Si los manifiestos
vanguardistas en general tienen esta doble función:
de
ruptura del canon tradicional (y, en especial,
de la
mímesis, modalidad de representación
propia del arte occidental, y con la
referencialidad en general: revisa al
respecto lo que vimos el 19 de
septiembre), y
prescriptiva: de buscar
seguidores, a quienes se les prescribe cómo tienen
que componer su obra artística (de ahí, por
ejemplo, el uso y abuso del modo imperativo que se
puede detectar, por ejemplo, en "Arte
poética"),
Si en su manifiesto "Non
serviam" el poeta "luciferino"
muestra el anhelo (aporético, utópico, imposible,
inefable) indica su voluntad de rebasar los límites
que le impone su "madre
y madrastra" Natura, en un poema
como Altazor,
quizá el "pequeño Dios" consiga acercarse, si no a
"crear" de la nada, sí a ir más allá de la "realidad
tal como es" para conseguir "crear
realidades en un mundo nuestro" ("Non serviam").
De este modo, la literatura (la poiesis)
aspira a conseguir ese fabuloso y sublime propósito
que es "crear" otros mundos posibles... para lo cual
también deberá desfamiliarizar lo que los
"lenguajes" con los cuales referirse a -o intentar
vanamente liberarse de- ella; "lenguajes" en el
sentido vasto del término: la lengua -materna o
no-, cualquier otro código semiótico.
Por
eso hay que escribir "en una lengua que no sea
materna" (PPT).
Regresando a esa "ruptura de la tradición"
que es uno de los rasgos definitorios de todas las
vanguardias, Horacio indicó la contradicción que
supone que numerosos artistas vanguardistas
(piénsese en el propio Huidobro o, en el terreno del
arte pictórico, Picasso) hayan pasado más adelante a
convertirse en autores canónicos... Esta es sin duda
la mayor paradoja de las vanguardias: la "ruptura de
la tradición" que proponen termina instituyéndose
como la nueva "tradición"... Y es que, ya desde
antes de las vanguardias, la modernidad instituye
esa nueva tradición que es la ruptura; o, como
diría Rimbaud: "Il faut être absolument moderne"...
A esta "tradición de la ruptura"
alude otro gran poeta vanguardista que también
devino canónico, el mexicano Octavio
Paz, cuando se refiere a "la tradición
de la ruptura" instaurada con la
modernidad (título del primer ensayo de su
libro Los
hijos del limo, disponible aquí).
Cuando años más tarde surge la antipoesía de Parra, que
es en gran medida un anti-creacionismo (una anti-vanguardia),
precisamente por eso es profunda, radicalmente
vanguardista. Y es que, lógicamente (y
paradójicamente al mismo tiempo), si el espíritu
de las vanguardias consiste en renegar de toda la
tradición anterior, eso es justsamente lo que
Parra hace con su "Manifiesto"
y con el resto de su obra "anti-poética" y
antielitista, que restituye la poesía al pueblo no
como "un objeto de lujo" para un club privado de "unos reverendos poetas
burgueses" sino como "un artículo de
primera necesidad".
Te invito a echar una ojeada a
varios documentos de/sobre Parra:
Ve a Deberes
para ver qué más tienes que (re)leer y (re)escribir
para las próximas clases: los poemas de César
Vallejo y "La
deshumanización del arte" de José Ortega y Gasset:
los poemas del autor peruano se acercan a la cultura
popular reivindicada por Parra sin dejar de
participar en los mayores logros de las vanguardias,
mientras que el ensayo del filósofo español inscribe
el "arte nuevo" de las primeras décadas del siglo XX
en la esfera de la élite...
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